Hace algún tiempo, alguien, en una reunión en la que se gestionaban las actividades de un centro médico, se trasladó la idea de aplicar los conceptos de marketing y las herramientas que caracterizan su gestión, y a las agencias que prestan estos servicios.
Muchos de los asistentes manifestaron su extrañeza ¿qué sentido tiene esta propuesta si tenemos listas de espera, si la demanda de salud supera ampliamente nuestras posibilidades, si apenas somos capaces de atender a los enfermos que acuden a nosotros? ¿Acaso tenemos que fomentar la demanda, que nos desborda, de nuestros servicios?
Esto es confundir la demanda de los servicios con el proceso de la prestación de los mismos. Aplicar los principios del marketing no necesariamente equivale a fomentar una demanda, aunque en muchos casos también es importante: relacionar la salud con el marketing supone concebir y aplicar un intercambio de bienestar.